ARTURO IGNACIO FLOREZ BUESAQUILLO
UNA VIDA PARA EL ARTE
Es un honor para mí en esta noche expresarle el testimonio de cariño, aprecio, admiración y gratitud de quienes tenemos la alegría de compartir con usted en su casa, núcleo desde el cual el “circulo cromático” irradia los saberes del arte pictórico, los secretos de la paleta y la maravilla de la simbiosis mágica del oleo con el lienzo.
Jame Joyce gloria de las letras Irlandesas decía que “la suprema cuestión sobre una obra de arte es la profundidad de la vida en que ha surgido.
Considero que esta verdad axiomática tiene plena y precisa aplicación en la vida y ejecutorias del maestro Arturo Flórez.
En efecto, en Catabunco hace 60 años empezó a forjarse una historia de amor por el arte, y envidiable labor disciplinada de creación continua y proyección a la comunidad, especialmente a los jóvenes, esperanza de Colombia.
Con especial aprovechamiento culmino brillantemente la carrera de “Bellas Artes en la universidad de Nariño, ejerciendo desde entonces la docencia, dejando un importe legado a su entrañable departamento.
Paralelamente hace 30 años empezó a escribir con Fabiola el libro del amor
Familiar y la formación basada en valores éticos y morales a Sandra, Jimena, Carlos y Cristina, quien heredo la vena artística en la modalidad de diseño grafico. Ha sido común denominador en la familia la preocupación por transmitir los conocimientos y experiencia, expresada con lujo de detalles en la actividad educadora que desempeñan diversos escenarios.
Nuestra lindísima tierra de promisión empezó a ser beneficiaria de su excelencia pedagógica desde hace más de un cuarto de siglo; de lo cual son testigos el Colegio Salesiano, La Normal Departamental y el Inem Julián Motta Salas, en el cual cumple ya 25 años de infatigable y fecunda labor.
Mención especial merece el círculo cromático, sueño hecho feliz realidad, compendio de su saber, escuela de formación, semillero de talentos. Por ese taller han pasado más de mil alumnos en quienes ha dejado usted la impronta de su grandeza y la gratitud perdurable de discípulos como mi esposa, quien gracias a sus enseñanzas, consejos y apoyo permanente, desde hace 8 años trata de seguir sus huellas.
Finalmente, deseo repetir la sentencia de Jesucristo, que le dedicaremos en un anterior homenaje: “por sus hechos los conoceréis”.
CAMPO ELIAS ARDILLA CARDOZO